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Naciones Unidas advirtió hoy de que el cierre del paso de Rafah decretado por las autoridades israelíes ha causado una carestía de combustible que podría obligar a cerrar en las próximas 24 horas las operaciones de numerosos servicios sanitarios, entre ellos los de cinco hospitales.
La falta de fuel puede obligar también al cierre casi inmediato de 17 clínicas primarias de la Organización de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), así como cinco hospitales de campaña y 10 clínicas móviles, indicó en rueda de prensa telemática desde Rafah el coordinador de asuntos humanitarios de Naciones Unidas en Gaza, Georgios Petropoulos.
«Si no se reanuda inmediatamente la llegada de combustible, tanto las actividades humanitarias como las de comunicaciones y bancarias pueden detenerse en cuestión de días», agregó la fuente, subrayando que el aislamiento de Rafah y el resto de Gaza por extensión también pone en serio peligro la distribución de alimentos.
El coordinador humanitario señaló en ese sentido a la prensa acreditada ante la ONU en Ginebra que tanto el Programa Mundial de Alimentos (PMA) como la UNRWA pueden agotar sus existencias de alimentos para su distribución en Gaza también en el plazo de pocos días.
En el caso del PMA, se ha dejado de tener acceso al principal almacén de alimentos, y no ha logrado hacer llegar ayuda alimentaria adicional a Gaza en los últimos dos días.
Ocho de las 12 panaderías apoyadas por organizaciones internacionales en la mitad sur de Gaza han tenido que cesar sus operaciones por falta de combustibles e ingredientes, y las cuatro que siguen funcionando, en Rafah y Deir al Balah (centro de la franja) podrían tener que detener su actividad el lunes.
Petropoulos recordó que las órdenes de evacuación en Rafah emitidas por las fuerzas israelíes desde el lunes han provocado el éxodo de unas 110.000 personas.
Su colega del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) encargado de la coordinación humanitaria en Gaza, Hamish Young, ha visitado a estas víctimas de un nuevo éxodo, muchas de ellas hacinadas en tiendas y otros alojamientos temporales en la zona desértica de Al Mawasi, al noroeste de Rafah.
«Las carreteras hacia allí están atascadas con cientos de camiones, autobuses, automóviles y carros cargados de personas con todas sus posesiones», describió también en conferencia telemática.
En Al Mawasi, antaño una pequeña localidad beduina, «es difícil moverse entre la masa de tiendas y lonas», donde «las familias carecen de adecuadas instalaciones sanitarias, agua potable y refugio».
En un lugar donde la gente se ve obligada a defecar al aire libre o en baños improvisados con un mero agujero cavado en las dunas, «los desplazados están aún más expuestos a enfermedades, infecciones, malnutrición», aseguró Young.
El responsable de UNICEF advirtió que el hospital más cercano a este improvisado campamento de desplazados se encuentra a unos cuatro kilómetros de distancia, y coincidió en que la situación podría llegar a niveles límite en cuestión de unas 48 horas si no logra restablecerse el flujo de ayuda humanitaria.
«Sin combustible, la maternidad de una instalación como el Hospital Emiratí, donde nacen unos 80 bebés al día, dejará de funcionar, y muchas mujeres embarazadas se están quedando sin opciones para poder dar a luz en condiciones seguras», aseguró.
Young recordó que unos 14.000 niños han muerto en el conflicto, y advirtió que «una ofensiva terrestre en Rafah provocará que este número aumente de forma dramática».
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